martes, 26 de abril de 2011

Casitas y restos



“Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, (…) los hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos (…) Que no tienen cara, sino brazos. Que no tienen nombre, sino número. Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local. Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata” (Eduardo Galeano)

Nacen, se reproducen y mueren sin tener nada. Para ellos y ellas solo se trata de sobrevivir mientras las desigualdades amplían sus horizontes hacia tres generaciones sumergidas en la pobreza. Son “el resto”, el resultado de la inequidad en el acceso a los bienes materiales, sociales y simbólicos, las sobras de un modelo económico injusto, las migajas de un Estado simplista que los define como “un problema estructural”.
“Posadas, la ciudad capital más pobre de Argentina”, dicen los últimos títulos noticiosos basados en cifras oficiales. “El/la pobre” sigue siendo un número vacío. ¿Y las causas? ¿Estarán en la pésima distribución de la riqueza, en la falta de oportunidades, en el aumento de la corrupción, en la escasez de puestos laborales, en la deuda educativa? ¿Cuánto análisis se necesita para encontrar una solución?
El frío, el calor, las tormentas y los granizos se sienten con mayor intensidad en los asentamientos. Cuerpos curtidos de tristezas y reclamos. La rutina es otra. El juego es otro. En sus casitas se ven reflejas sus vidas: frágiles, precarias, desprotegidas e indefensas. Cuando se la mira, la realidad es innegable, y lo único que les queda a ellos/as es el hambre.


(Fotografía del asentamiento “Los Paraísos”. Mediados de 2010. Posadas Misiones)

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