"Don Quijote soy, y mi profesión la de andante caballería. Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato?" (M.C.S.)
¿Es necesario pertenecer a un “ismo” para valer como ser humano, para sentirse comprometido e interpelado? ¿Es menester simpatizar con un símbolo o una doctrina para conmoverse con una consigna o identificarse con un reclamo? ¿Vale más decir “soy de tal partido” o “de tal movimiento” que motivarse por motu proprio, sentirse “tocado”, indignado, con algo que nos parece desacertado e injusto? ¿Hasta qué punto la formación política tiene que ver con estar de un lado o del otro? ¿Acaso el ideal está vinculado al concepto de aferrarse con un único pensamiento o sentimiento absoluto? ¿La pasión, el entusiasmo, la empatía no son suficientes a la hora de movilizarse y resistir ante una determinada problemática que nos atraviesa como seres pensantes y emocionales? ¿Suena como una postura cómoda tal vez considerar que no sea necesario asociarse, inscribirse o agruparse dentro de un colectivo específico a fin de perseguir un objetivo en común y así poder plantear nuevos desafíos en esta sociedad atravesada por las leyes del mercado e inmersa en complejidades?
(Preguntas y más preguntas… Me hacen entender que sólo sé que me falta mucho por experimentar, por conocer, por aprender y volver a probar).