lunes, 18 de octubre de 2010

Interrogaciones al Ser

"Don Quijote soy, y mi profesión la de andante caballería. Son mis leyes, el deshacer entuertos, prodigar el bien y evitar el mal. Huyo de la vida regalada, de la ambición y la hipocresía, y busco para mi propia gloria la senda más angosta y difícil. ¿Es eso, de tonto y mentecato?" (M.C.S.)

¿Es necesario pertenecer a un “ismo” para valer como ser humano, para sentirse comprometido e interpelado? ¿Es menester simpatizar con un símbolo o una doctrina para conmoverse con una consigna o identificarse con un reclamo? ¿Vale más decir “soy de tal partido” o “de tal movimiento” que motivarse por motu proprio, sentirse “tocado”, indignado, con algo que nos parece desacertado e injusto? ¿Hasta qué punto la formación política tiene que ver con estar de un lado o del otro? ¿Acaso el ideal está vinculado al concepto de aferrarse con un único pensamiento o sentimiento absoluto? ¿La pasión, el entusiasmo, la empatía no son suficientes a la hora de movilizarse y resistir ante una determinada problemática que nos atraviesa como seres pensantes y emocionales? ¿Suena como una postura cómoda tal vez considerar que no sea necesario asociarse, inscribirse o agruparse dentro de un colectivo específico a fin de perseguir un objetivo en común y así poder plantear nuevos desafíos en esta sociedad atravesada por las leyes del mercado e inmersa en complejidades?

(Preguntas y más preguntas… Me hacen entender que sólo sé que me falta mucho por experimentar, por conocer, por aprender y volver a probar).

1 comentario:

Diego Bogarín dijo...

Lo que no se vale es no preguntarse, no mirarse, no amarse (el amor propio comprende el amor al todo). Los revolucionarios se comen sus padres y, con (o a partir de) ello, recorren el desaprendizaje para poder elevarse, caminar o, al menos, vivir.